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jueves, 25 de marzo de 2021

LA MAMITIS ES UNA AYUDA PARA TU HIJO, NO UN OBSTÁCULO

 




MAMITIS: Dícese de esta etapa en el desarrollo de tus hijos en la que ducharte sin que nadie de golpes en la mámpara produce el mismo nivel de placer y bienestar que un fin de semana en un SPA.

¡La mamitis! Qué etapa tan mágica y tan agotadora a la vez. En realidad, si lo piensas es esa etapa en la que absorben de ti tanto para que les impulses a conocer el mundo con positividad y confianza. Dura unos poquitos años, sin embargo la hijitis es más aguda y dura toda la vida.


¿QUÉ ES LA MAMITIS?

A mí la palabra en sí me produce bastante rechazo porque ya parece que tiene una connotación negativa integrada por el adulto que piensa que se crea una dependencia del bebé hacia la mamá tóxica para ambos.

Este tipo de creencias, se han instaurado durante años y son las que impulsan herramientas conductistas y que denotan poco conocimiento sobre el desarrollo humano.

La mamitis es esa etapa en el desarrollo de nuestros hijos, en la que no les valen otros brazos que no sean los de mamá, no quiere dormir con nadie que no sea mamá, no quieren calmarse si no es con la presencia de mamá. Necesitan a mamá.

¿CUÁNDO SE DA LA MAMITIS?

En realidad desde que nacen. Sin embargo, se acentúa más hacia los 8 meses de vida. En ese momento se produce un hito muy importante en su desarrollo: comienza a desplazarse por sí mismos. Esa separación les hace conscientes de su individualidad por primera vez. Hasta ese momento ni siquieran se conciben como seres individuales diferentes a la mamá. 

Puede prolongarse hasta los tres años de vida o más a un nivel intenso. Lo cierto es que la mamá, de forma natural, suele ser la principal figura de apego del bebé hasta los seis años de vida. 

Cualquier cambio en las circunstancias o entorno del niño puede acentuar esa necesidad de sentirse seguro y tener a la mamá más cerca. También sus propios cambios internos le generan inseguridad: caminar, hablar... Por eso, hay etapas en las que de pronto vemos que nos necesitan de nuevo mucho más.


¿SIGNIFICA ESO QUE QUIEREN MENOS AL PAPÁ O A OTRAS FIGURAS DE SU ENTORNO CERCANO?

Para nada. El amor puede ser igual de intenso, sin embargo la mamá es como el puerto para el barco. Es hogar, es seguridad. La mamá, por ser hogar ya en la anterior etapa prenatal constituye un punto de referencia para el bebé: por su olor, por su voz, por los latidos de su corazón, temperatura... 

Al nacer, los bebés pasan a un medio completamente diferente al que han experimentado hasta entonces. Lo único conocido en ese medio tan diferente a lo que han vivido en el útero es la mamá, que trae consigo un montón de experiencias familiares que aportan seguridad y confianza: mamá, con su sola presencia ya transmite un mensaje de seguridad, confianza y amor. Si además, hay contacto y miradas se alimenta el alma.

La mamá es, por tanto, de forma habitual y natural, un trampolín para establecer vínculo con otras personas, seres y objetos de su nuevo medio. Es como el eslabón de enlace. Como ese amigo que te invita a una fiesta en la que no conoces a nadie, te aferras a él para conocer al resto de personas.

¿LA MAMITIS ES NEGATIVA?

En absoluto. La naturaleza nos dota de ese vínculo, precisamente para que adaptarnos al medio sea más fácil. Imagina que tuvieses que recorrer un bosque de noche. ¿Verdad que sería más sencillo recorrerlo con una persona que te hace sentir protegido y seguro?

La mamitis es natural y es positiva. Ayuda al niño a socializar, le ayuda a calibrar lo que le rodea. La mamá es la referencia. Le ayuda con su autonomía: la presencia de la mamá le da seguridad para explorar con confianza. 

Gracias a esa seguridad el niño va evolucionando a nivel psíquico y va abriéndose a conocer el mundo con positividad.

¿Y UN NIÑO NO PUEDE TENER PAPITIS?

¡Claro que puede tenerla! A veces, por la predisposición al juego del adulto, por el contacto, por las circunstancias del entorno o del propio niño se afianza un vínculo tan fuerte o más que el que tiene con la mamá, no es lo más habitual, pero también ocurre. Esto no es negativo. Debemos alegrarnos de que el niño establezca un apego seguro y encuentre esa conexión que le ayudará en su desarrollo. Con el tiempo, la figura principal puede cambiar, sobre todo a partir de los 6 años.

¿Y SI ME ENCUENTRO AGOTADA?

¡¡Lo extraordinario sería que no lo estuvieses!! Hay niños que absorben más que otros en esta etapa. NO podemos generalizar. Cada familia y cada niño es un mundo, pero lo cierto es que todos necesitan mucho de nuestro tiempo y de nuestro espacio en estos primeros años de vida.

A veces, ante el agotamiento, comenzamos a pensar que quizá está demasiado enmadrado y eso le está obstaculizando. Se nos despiertan miedos que nos hacen pensar que depende demasiado de nosotros y caemos en la sobreprotección o bien pasamos al extremo contrario: forzamos separaciones con tal de que deje de necesitarnos tanto.

La mamitis solo es negativa cuando nosotros, como adultos, la vivimos como algo negativo. Porque entonces desnaturalizamos ese vínculo, esa unión. El niño se siente excluido y empieza a desarrollar comportamientos para conseguir volver a tener el vínculo, a pertenecer.

  • Eres un ser humano y no debes sentirte culpable por querer tu espacio, tu tiempo. 
  • Puedes empezar por delegar tareas de la casa (comidas, limpieza, plancha...)
  • Fomenta el vínculo con el otro progenitor y las personas más cercanas a través del juego, con tu presencia. Ve soltando poquito a poco.
  • Haz separaciones progresivas y cortas.
  • Despídete siempre del bebé de forma concreta (volveré después de comer), positivas y cariñosas.
  • Busca tus momentos de autocuidado: sola o con tu bebé. El autocuidado puede ser un paseo por la naturaleza, un baño tranquilo...

La naturaleza es un buen medio para ir soltando. Allí se sienten en armonía. Más seguros y libres. Están más dispuestos a establecer vínculos con su entorno.

¿Y SI CUANDO LLEGA AL COLEGIO NO SE ADAPTA PORQUE TIENE MUCHA MAMITIS?

Esta es la madre de todas las preguntas. La escolarización no es obligatoria hasta los 6 años. Momento para el cuál el niño ya tiene más que construida su confianza básica y apego seguro. 

La mayoría de niño y niñas en España empiezan el colegio a los 3 años. Momento para el cuál el niño ya camina con fluidez y su lenguaje es más amplio y rico. Se ha ido constituyendo su identidad y su confianza. En esta edad mucho niños y niñas necesitarán mucho aún de su figura de apego como referencia. Por eso, es muy importante que cuenten con un periodo de adaptación individualizado en la escuela en función de las circunstancias del niño y de la familia.

Esto ayudará mucho a que viva este cambio de una forma positiva y que vaya marcando sus propios tiempos.

¿CUÁNDO LA MAMITIS SE PUEDE CONVERTIR EN UN OBSTÁCULO?

Cuando la madre no cuenta con ningún apoyo. Todo el mundo además la recrimina que está malcriando al niño por darle cariño y además de la presión del entorno tiene que cargar con las tareas de la casa y logística del día a día. Entonces es cuando el agotamiento empieza a pasar factura y tomamos actitudes irracionales.

Otro caso bastante habitual es caer en el extremo opuesto. Confundimos esa mamitis con vulnerabilidad y caemos en la sobreprotección. Pensando que en lugar de presencia lo que necesitan es que hagamos todo por ellos. Les vemos como seres frágiles y dependientes que tenemos que cuidar y proteger y pasamos de la protección a la sobreprotección. En estas ocasiones ocurre que los niños dejan de querer hacer cosas solos. La familia evita contactos por temor a que no los pueda gestionar y se obstaculiza su ser social.

¿QUÉ NECESITO PARA GESTIONAR ENTONCES LA MAMITIS?

1. Apoyo. Que el otro progenitor no se sienta excluido, que entienda que tú no obstaculizas su vínculo, si no que estás ayudando poco a poco a hacerlo más fuerte. En muchos casos, con el tiempo el vínculo con el otro progenitor se convierte incluso en el vínculo de referencia.

2. Además del apoyo del otro progenitor también puede ayudarte mucho contar con una tribu. Otras familias que estén pasando por una situación similar. Todo lo que no exteriorizas, se vuelve grande dentro de ti. Pensar que podemos con todo, que nuestro deber es ser super madres al final solo nos envuelve en la culpa: sentimos que necesitamos espacio y tiempo para nosotras y nos sentimos mal por ello. Hablarlo, escuchar otros casos similares te ayuda a gestionar tu propio proceso.

3. Delegar: en la medida de lo posible. A veces nos cuesta delegar y entramos en el bucle de la hiperexigencia. Es una etapa en la que tu bebé te necesita bien. Hazlo por ti sobre todo, pero también por él.

4. Aceptar que es normal que quieras recuperar tu tiempo y tu espacio y que eso no te convierte en mala madre ni significa que quieras menos a tus hijos. Al contrario, significa que eres humana y que tienes consciencia de que primero necesitas amarte a ti misma para poder amar de forma sana a las personas que te rodean.

5. Mi consejo principal es que mires con perspectiva. Sé que estás cansada, sé que solo pides un momento para ti. He pasado por la misma situación y cuando llevas años así es difícil. Poco a poco se van dando los espacios y el tiempo. Es algo muy progresivo. Apóyate en lo que tienes alrededor. Y recuerda buscar el equilibrio: que tú seas la figura principal de apego no quiere decir que tú tengas que cargar con todo y que no hay más. Como familia, hay que ir buscando el equilibrio: esos momentos en los que el otro progenitor conecta a través del juego, del baño..., se va estableciendo el vínculo poco a poco con tu cercanía y empiezan a surgir esos momentos que suenan a música celestial en los que alguien te dice: "descansa, que me ocupo yo ahora un rato".


Baja tu nivel de exigencia en otras áreas, tu tiempo y tu energía no son ilimitadas y sobre todo hay dos palabras que te ayudarán a afrontar esta etapa con consciencia: AMOR Y HUMOR.

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