Cuarentena y niños, he vuelto, y nunca hubiese pensado que sería para escribir sobre este tema. Estas semanas probablemente son las más raras y diferentes que todos hemos vivido en nuestra vida,
¿A alguien más le da la impresión de que estamos en el show de Truman y a los guionistas se les ha ido el tema de las manos? En ocasiones la realidad supera la ficción y creo que este coronavirus es el mejor de los ejemplos.
Escribo esto mientras estamos a día 40 de cuarentena, casi he perdido la cuenta, ya no mido las semanas en lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo, sino en mañana, tarde y noche. Todos los días son una especie de domingos de esos lluviosos en los que no puedes salir de casa.
LA MONTAÑA RUSA EMOCIONAL DE LA CUARENTENA
Para explicar un poco la montaña rusa emocional de "esta locura" que estamos viviendo voy a exponerlo en fases
- FASE 1. SONRISA, INCREDULIDAD, MEMES, BROMAS Y VACACIONES EN CASA
Los primeros días lo llevamos bastante bien ¿Verdad? Veíamos como otras comunidades empezaban a teletrabajar y los coles se suspendían, pero no pensábamos que nos fuera a llegar a nosotros. Nos llegó, ya lo creó que nos llegó, en cuestión de un par de días. Una situación con la que todos habíamos fantaseado alguna vez cuando eramos niños
"¿Te imaginas que suspenden el cole y que nos aprueban a todos así sin más?" Bueno, pues en 2020 se hizo realidad. El pensamiento inicial fue;
bueno, unos días en casa, los niños van a descansar de tantas prisas, de tanto ritmo acelerado, de tanto estrés y será una oportunidad para todos. 15 días se nos pasan volando. Entre memes, vídeos, retos que nos llegaban, salir al balcón y la emoción de ver a todo un vecindario quedándose en casa solidarizándose con los profesionales sanitarios y los planes sobre nuestra nueva rutina, se nos pasaron los primeros días con bastante buen humor.
- FASE 2. TSSS TSSS QUE NO VAN A SER 15 DÍAS, QUE ESTO VA EN SERIO
Unos días más tarde nos dicen que esto no van a ser 15 días, que "al menos" estaremos otro 15 días. Ya hay cifras muy altas de muertos. Llega la primera visita al supermercado tras las compras compulsivas de los primeros días y, ciertamente, te cuesta tragar saliva e incluso respirar al salir a la calle. Nadie se habla prácticamente, hay un silencio triste, de temor, pantallas de protección, guantes a la entrada del súper... Deseaba ir al súper pero lo cierto es que volví con más miedo a casa: Recuerdo contener la respiración cuando me cruzaba con alguien en el pasillo del supermercado y a partir de esa primera visita, cada vez que tenía que volver, era un auténtico suplicio envuelto en un protocolo de desinfección cuanto menos estresante. Recuerdo que en la primera visita, sin darme cuenta, me chupé el dedo para abrir una bolsa de la frutería y tuve esa imagen en mi mente durante las siguientes dos semanas cada noche.
Los memes ya no hacen tanta gracia, empiezas a ver en peligro tu economía familiar cuando te dicen que será más tiempo del que pensábamos sin ingresos y con muchos gastos. Llegan algunos días de bajón al chocarte de pronto con la más cruda realidad y empezar a aceptarla y digerirla.
Las tareas del colegio no dejan de llegar, pdfs, más pdfs, y si miras el grupo de whatsapp de padres y madres por la tarde te encuentras más pdfs, incluso había deberes de gimnasia. A todo el torbellino emocional se nos suma de pronto una carga de tareas, de copiar pdfs, de hacer fotos, envíos de fichas...
- FASE 3. VENGA, QUE VOY A PODER
Después vino la siguiente fase, en que ya nos mentalizamos de que posiblemente pasaríamos un par de meses encerrados en casa, comenzamos a intentar levantarnos, a buscar nuevas formas de entretenernos, empezamos a hacer deporte, nuevas recetas, limpiezas en profundidad... ¡Venga que vamos a poder con todo!
Empezamos a acostumbrarnos al chandal y el pijama, a las no prisas, a no salir a la calle, a las vídeollamadas, a hacer planes en casa, incluso disfrutamos.
- FASE 4. CUANDO TE HACES CONSCIENTE DE QUE IGUAL SON MÁS MESES Y QUE LA VIDA CUANDO TERMINE ESTO NO VOLVERÁ A SER COMO ANTES
A estas alturas todos tenemos a alguien cercano que ha perdido un familiar, en mi caso el virus se llevó a mi abuela. Volvió otra vez la tristeza, la incredulidad, la impotencia... De no poder despedir, de no poder acompañar.
Muchos días ya ni siquiera te apetece que te hagan videollamadas. A pesar de todo, tratas de recuperar el espíritu de la fase anterior y tienes algunos días buenos, sobre todo aquellos en los que sale el sol, ese que misteriosamente quedó también confinado con la cuarentena y apenas se ha dejado ver desde que empezó todo esto.
Quien más y quien menos ha tirado de pantallas, de tablets y de todos los "yo nunca" que en algún momento dijimos en voz alta.
Alternas ejercicio con visitas al frigorífico, de las que te haces varias series a lo largo de la mañana y de la tarde. Tu reloj inteligente, que te marca los pasos diarios, te empieza a preguntar si sigues vivo y la báscula, también inteligente, empieza a pedirte que suban de uno en uno.
Estamos empezando a escribir la fase 5 y la escribo mientras escucho de fondo los aplausos de las 8 de la tarde y suena el himno de este virús
"RESISTIRÉ". Confieso que hay días que no he salido a aplaudir, como hoy, pero siento que los aplausos son para todos y todos, todos los días me han dado energía. Cuando vuelvo a salir a la ventana aplaudo más fuerte por si alguien tiene un mal día y puede sentir que le mando fuerzas.
¿Y LOS NIÑOS CÓMO VIVEN LA CUARENTENA?
A todos nos ha sorprendido cómo lo están llevando nuestros niños, aunque hay días que han estado más nerviosos, se han adaptado sorprendentemente bien. ¿Por qué? Porque el trabajo del niño durante toda su infancia es la adaptación, tiene una capacidad de adaptación que nosotros como adultos ya no tenemos.
Nos están dando una lección de vida.
Muchas familias me han preguntado con temor si les van a quedar secuelas de lo que están viviendo. Me sorprende mucho esta pregunta porque nadie se plantea las secuelas de que los niños pasen 7 u 8 horas en el colegio, de que los llevemos todo el día con prisas de un lado a otro y de que pasen tanto tiempo expuestos a pantallas o en extraescolares alejados de sus figuras de apego.
Los niños tienen ahora un ambiente mucho más sencillo para su desarrollo; tienen la posibilidad de contribuir en el hogar sin prisas, tienen a sus fíguras de apego con ellos, tienen tiempo de jugar, de aburrirse, ¡tienen tiempo...! Está claro que les falta algo esencial como es la naturaleza y el aire libre, y que desde luego la cuarentena no será igual para los niños que viven en pisos pequeños sin terraza ni balcón, que para los niños que viven en casas unifamiliares con terraza o jardín, tampoco será lo mismo para los niños que viven tensión y discusiones continuas en casa que para los que tienen un ambiente emocional sereno, no será lo mismo para los niños que pasen varias horas al día expuestos a pantallas que para los que pasen horas jugando y ayudando en las tareas del hogar.
Me atrevería a decir, sin tener una certeza científica contrastada, que no es el encierro lo que generará secuelas en los niños, al menos no más que las que tendrían ante un ritmo desnaturalizado y adultizado como el que seguían hasta ahora, sino la actitud y las rutinas que se creen en torno a él.
LA MONTAÑA RUSA EMOCIONAL DEL ADULTO Y LA GESTIÓN DE LOS NIÑOS
Como adultos, hemos visto que hemos pasado por una montaña rusa emocional a lo largo de toda la cuarentena, que muchos hemos ido atravesado distintas fases de un proceso tan nuevo y de unas magnitudes tan inimaginables para todos que si no estuviésemos sintiendo y emocionándonos no estaríamos vivos.
Tienes derecho como madre o padre,
(lo voy a decir en primera persona para autoconvencerme también a mí)
tengo derecho como madre a estar triste, frustrada, a sentirme impotente, a necesitar días de "no hacer", tengo derecho a dejar cacharros sin fregar, tengo derecho a no hacer las camas durante uno o dos días
(sustituya número de días en caso de necesidad ;)), tengo derecho a no enviar las tareas del cole, tengo derecho a no publicar en redes sociales, tengo derecho a llorar y a reír a los 5 minutos cuando descubro que en el congelador queda una pizza, tengo derecho a saltar y emocionarme cuando escucho que los niños van a poder salir desde el 27 de abril, tengo derecho a hacer palomitas y comerlas acurrucaditos sin culpas sobre la cantidad de picoteos que me he zampado durante la tarde, tengo derecho a enfadarme cuando recibo la noticia de que los paseos de los niños sólo podrán ser hasta el supermercado, la farmacia o el estanco, tengo derecho a bailar cuando al día siguiente me propongo retomar el ejercicio y mi hijo se emociona y mueve el culete al ritmo de "Vivir mi vida" de Marc Anthony...
De nada sirve negar nuestras emociones, tenemos que aceptarlas, escuchar a nuestro cuerpo y fluir con ellas, acompañando a nuestros hijos lo mejor que podemos en estas circunstancias, como seres humanos que tienen días mejores y peores en una situación de pandemia mundial en la que a día de hoy la cifra de muertos en nuestro país se contabiliza en decenas de miles.
¿CÓMO HACEMOS UN ACOMPAÑAMIENTO EMOCIONAL SANO EN ESTAS CIRCUNSTANCIAS?
Exponiendo nuestras emociones, dejando que entren en ellas, que nos apoyen, que nos levanten. No se trata de dramatizar delante del niño, pero si nos ven tristes en el sofá podemos pedirles que se tumben con nosotros y hablarles, charlar, planear, leer, dejarnos fluir con lo que nos pida el cuerpo. Permítete tener esos días y en cuanto veas una pequeña luz tira de ella, vuelve a levantarte, vuelve a construir tu actitud y a ser inspiración.
A estas alturas muchos nos sentimos desbordados ante la demanda continua de los niños, sentimos que nos falta paciencia, que no tenemos más energía para seguir
gestionando un gran hermano con niños, que 24 horas
entre cuatro paredes con niños nos desbordan. Es normal que te sientas así, es normal que nos sintamos así en ocasiones.
Aunque te parezca que hoy no lo necesitas, trata cada día de hacer algo que te guste; deporte, cocinar, meditar, escuchar música, bailar, dibujar, leer tu novela favorita, ver una peli, hacer una videollamada con esas amigas que siempre te sacan una sonrisa...
Esos van a ser tus chutes de paciencia, energía y actitud así que no olvides administrártelos cada día.
TELETRABAJO Y NIÑOS
Muchos padres y madres están frustrados por no poder ser buenos teletrabajadores y buenos padres a la vez, y seguramente se están sintiendo deficientes en una o ambas facetas estos días.
Si dedicas un tiempo a preparar un ambiente rico en estímulos que esté ordenado te será más fácil esta tarea, que te sea más fácil no quiere decir que fluya como la seda, ojo, pero te frustrarás menos si aceptas la situación y buscas soluciones que minimicen la exposición a las pantallas y les permitan a los niños tener juego, entretenimientos y poder trabajar o hacer actividades de expresión artística sentados a tu lado.
Acepta que tu ritmo de trabajo y tu ritmo como adulto se ve afectado por el encierro, la mezcla de emociones y la demanda de los niños.
NIÑOS Y NOTICIAS 0
Pido encarecidamente a las familias que tengan 0 exposición a las noticias, ni aunque sea de fondo, parece que los niños no escuchan, pero sí, sí escuchan. En televisión hay cifras impactanctes, imágenes impactantes que es totalmente negativo que los niños conozcan.
No se trata de mantenerles ajenos a la realidad. A día de hoy creo que prácticamente el 100 por 100 de los niños saben que están en casa porque hay un virús ahí afuera.
Podemos explicarles qué es, cómo nos afecta, las medidas de protección que estamos tomando, podemos hablar con ellos sobre las cosas positivas que trae el encierro para nosotros como familia y para el mundo como medio (los animales se acercan, la naturaleza se recupera...). No creía necesaria esta conversación, pero ayer la tuve con mi hijo y decirlo en voz alta y escuchar sus comentarios me dio un impulso increíble.
ES UNA PANDEMIA, NO UN CONCURSO DE PRODUCTIVIDAD
He visto muchos mensajes estos días sobre aprovechar la cuarentena para crecer como personas, para aprender una habilidad. He visto mensajes tan tajantes como:
"si no sales de esta cuarentena aprendiendo una nueva habilidad, con un proyecto nuevo o un nuevo idioma; querrá decir que no era falta de tiempo, sino vagueza..." Las redes sociales se impregnan de mensajes tóxicos de este tipo, nos venden una situación artificial "idílica" en muchos casos y eso sólo nos añade frustración.
A veces creo que hay que hablar con palabras que tengan contundencia:
COÑO, QUE NO ESTAMOS DE VACACIONES, QUE ESTAMOS EN UNA PANDEMIA.
Si sales de esta cuarentena sin haber aprendido nada nuevo, con 5 kgs más y sales sana a nivel físico y emocional; habrás pasado esta prueba de vida con nota, así que fuera expectativas, fuera comparaciones, fuera artificios, fuera exigencias...
Permítete vivir y sentir tu propio proceso en la cuarentena. Todo esto pasará y cuando esto acabe puede que no hayas aprendido ninguna habilidad nueva, pero habrás aprendido a ser un poquito más fuerte, te conocerás mejor, conocerás mejor a tus hijos y habrás pasado más tiempo con ellos del que podrías imaginar.
Dicen que uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde. Estoy segura de que, aunque parezca por lo que voy a decir, que tengo el síndrome de estocolmo, sé que algún día, cuando todo esto termine, echaremos de menos los domingos eternos.
No temas por tus hijos, sólo trata de tener cada día actitud, fluye con tu cuerpo y con tus emociones, busca soluciones hablando con ellos tantas veces como sea necesario, paraos a hablar sobre lo que no funciona una y otra vez y buscad juntos la manera.
Aprovecha para cocinar con ellos cada día, lo sencillo, lo del día a día, lo que antes era difícil hacer por falta de tiempo. No es necesario que te rompas la cabeza buscando bizcochos y manualidades, simplemente bastará con esta frase
"¿Quieres ayudarme con esto? Me sería muy útil" Esto aplica para cualquiera de las tareas de la casa. Es la mejor manera de darles movimiento, un movimiento que además tendrá sentido, producirá resultados útiles y les motivará.
Ayer en clase virtual un compañero del peque contaba que cada semana de la cuarentena sus papás, su hermanito y él organizaban una noche temática: la noche de baile, la noche del circo, la noche de canciones... Lo contaba con tanta emoción que yo misma me emocioné al escucharlo de fondo, entonces fui consciente de que ese niño, cuando pasen los años no recordará el encierro como un suplicio, sino como el tiempo en el que podía hacer aquellas noches temáticas en familia.
Comparto estas infografías por si te pueden inspirar o ayudar:
¡ÁNIMO FAMILIAS! LO ESTAMOS CONSIGUIENDO
SI TE HA AYUDADO, SI TE HA DADO UN POQUITO DE LUZ, SI TE HAS VISTO IDENTIFICADA, DALE UN LIKE O COMENTA, ES LA MEJOR FORMA DE DECIR GRACIAS