Ayyy los límites, cuando nuestros hijos son bebés, es una cuestión que vemos tan lejana... Pero un día empiezan a caminar y entonces enciendes el S.O.S, ¿Por qué no funcionan? ¿Por qué no me hacen caso? ¿Por qué tengo que desesperarme tanto para conseguir lo mínimo? ¿Por qué me veo todo el día repitiendo las mismas cosas? O lo que es peor, porque aquí te das cuenta de que te has convertido en tu madre... Cuento 3, ya te lo he dicho muchas veces por las buenas, al final me voy a tener que enfadar. En ese preciso momento te ves poseído por el espíritu de madre con rulos, y sí, ahí estás tú. Con toda la teoría sabida y en pleno debate mental: o se lo digo así o no voy a conseguir nada.
1) Los límites no nos funcionan porque, en la mayoría de las ocasiones, estamos tan desconectados del mundo de los niños que son como dos fuerzas opuestas que no se pueden encontrar. Todo pasa por ponerse en su lugar, por ponerse en sus zapatos, por relativizar, por cambiar tus diálogos interiores, por hacerte consciente de las "chorradas" que a veces nos irritan, normalmente lo que nos hace perder los nervios no son cosas demasiado importantes. Se supone que nosotros somos los adultos, se supone que nosotros somos el ejemplo de gestión de emociones: pues bien cuando consigues entrar en su mundo es más fácil que se sientan comprendidos. Cuando siento que alguien me entiende estoy mucho más dispuesto a cooperar con él.
2) Los límites no funcionan por falta de presencia. ¿Es lo mismo independencia que autonomía? Por supuesto que no. Cuando tú estás en el baño preguntando a tus hijos por décima vez si ya se han vestido, tal vez lo único que necesitan es que te acerques a donde ellos están, sonrías y les alientes, les animes, le des un rayito de luz. Sólo necesitan presencia.
3) Los límites no funcionan porque son incoherentes e inconsistentes: cuando me dicen una cosa y observo otra, lo que me queda es la experiencia, así que el mensaje deja de tener peso. ¿Cómo puedes pedir a un niño que no chille si en casa se chilla a diario? ¿Cómo puede ser que hoy haya que recoger y mañana no importe dejar el juguete tirado? Ser coherente con lo que se dice es difícil, lo sé. No debemos tener una presión constante sobre nosotros, tampoco sobre nuestros niños. Tenemos que aceptar que son niños, que olvidan algunos límites a veces, que están integrando y aprendiendo. Lo más importante es que nos restemos todos presión y que quede un mensaje de acompañamiento, ayuda y apoyo. Nos equivocaremos, pero siempre les podemos inspirar, incluso a la hora de mostrar arrepentimiento, reparar errores y volver a empezar.
4) Los límites no funcionan cuando todo son prohibiciones, negativas, amenazas, premios y castigos. Entonces el niño se siente reprimido, amado sólo condicionalmente, frustrado, incomprendido. Educar es un arte, el arte de crecer como persona de forma consciente. Poner límites sin que vayan acompañados de negativas, castigos, gritos y prohibiciones también es un arte. Siempre digo que los niños necesitan límites, los límites tienen que estar ahí, sin que se noten. Es tu propia forma de estar, tu forma de cautivar al niño, tu sonrisa, tu amabilidad, tu invitación a hacer algo atractivo, la forma de integrar al niño la que va marcando los límites. Ellos no notan prohibición sino una guía. ¿La diferencia? Es como caminar libre al lado de alguien que conoce el camino, o caminar con una soga al cuello detrás de alguien. La diferencia es abismal.
5) Los límites no funcionan por la presión y las distracciones: los niños tienen demasiada presión, demasiadas tareas, demasiados juguetes, demasiadas distracciones en forma de pantallas, chucherías, demasiado de todo en general... Toda esta presión, todas estas distracciones impiden que el desarrollo siga su curso normal. No sólo los niños están distraídos, también nosotros como padres. Cuando te sientes bajo presión tu mente no puede centrarse en el aquí y el ahora y es mucho más complicado entrar en su mundo. Liberarnos de todo esto a priori parece muy complicado: sí, al principio lo es, pero minimizarlo poco a poco a la larga lo hace todo mucho más sencillo. No sólo es un beneficio para los niños, también lo es para nosotros.
Un caso real:
Hace ya tiempo, en uno de los talleres presenciales Montessori, una madre me decía que su hijo de 11 años era adicto a la play station. Estaba preocupada porque en algunos momentos se volvía agresivo cuando tocaba apagarla. Se la escondía pero su hijo siempre acababa encontrándola. Todo su ocio era la play. Esta misma mamá también reconocía que cuando quería conseguir algo del niño utilizaba la play para sobornarle: "si acabas esto tienes media hora de play". Comentaba que todos los amigos estaban en una situación parecida y que incluso cuando venían a casa se dedicaban sólo a jugar a la play.
La play se ha convertido en algo muy importante para ese niño, de modo que jugar con esconderlo, puede dañarle y conseguir un efecto de distanciamiento e incluso agresividad, porque se está sintiendo atacado con algo que para él, en este momento, es muy importante. No se siente comprendido, se siente distante del adulto.
¿Por dónde pasa la solución? Esa madre puede pedir a su hijo si puede jugar con él, eso le ayudará a que se puedan sentir más cerca. Cuando la barrera haya bajado un poco es el momento de proponerle un plan chulo: senderismo, escalada... Algo innovador, si puede ser en exteriores mejor que mejor. De invitarle a hacer cosas juntos. Tras un día en que hayan hecho algún plan y se sientan conectados, probaría también a sentarse en familia y establecer y acotar tiempos que el niño decida ¿Podrías ponerte una alarma? y establecer alternativas divertidas para los momentos que ahora ya no estará con la play.
Pedí a esa mamá que me fuera compartiendo la evolución y unas semanas más tarde me escribía entusiasmada, diciéndome que desde el propio día del taller había notado una energía diferente, se sentía inspirada para conectar con su hijo. Sólo a veces es cuestión de tener esa energía, ese oxígeno, esa inspiración.
Todo pasa por la conexión, por ir ganándose al niño. Puede ser una oportunidad de aprender algo valioso para todos. Nunca es demasiado tarde, siempre es buen momento para acercarnos a su mundo e iniciar un nuevo camino en nuestra pa-maternidad.
Sé que un post se queda corto para integrar todo esto. Por eso, desde hace casi 4 años viajo por todo el país para sembrar estas semillas y que no se quede en leer una teoría, sino que familias y educadores puedan remangarse por fin y ponerse a practicar. Para eso son los talleres presenciales Montessori. Te dejo próximas fechas y lugares:
Si tienes oportunidad de asistir a un taller presencial, no dudes en venirte. Es un gran empujón para ese primer pasito.
MÓSTOLES. 11 DE MAYO
Reserva tu plaza: info@centrocaiman.com
COMPLETO
BORMUJOS (SEVILLA): 18 MAYO
Reserva tu plaza: pequefelicidad@outlook.com
CÓRDOBA: 19 MAYO
Información y reservas: info@escuelainfantilflori.com
957101933 627090388
BARAKADLDO: 22 JUNIO
Información y reservas: dilyan@dilyan.es o 667887861
OVIEDO: 23 JUNIO
Información y reservas: 984 245 005/ 630214481 o clinicacabal@gmail.com
VIGO. 29 JUNIO
Información y reservas: volteretas@hotmail.com
OURENSE. 30 JUNIO
Información y reservas: cristinablancocardoso1@gmail.com 679335160/988104591
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