Se acerca el día de la madre. No soy muy de regalar cosas materiales en este tipo de fechas, pero sí que a veces vienen bien para recordar tener un gesto de cariño con las personas que te importan incluso contigo misma.
Desde que comenzó la primavera me propuse ir saliendo poquito a poco de mi crisálida, como las orugas, y empecé a cuidarme un poco más en serio; por dentro y por fuera.
Siempre hablo del autocuidado en los talleres de familias, pero ¡ay amiga! en casa del herrero cuchillo de palo. Obviamente, no siempre encuentras la misma claridad para hacerlo, hubo un tiempo cuando el peque era bebé en que no es que no encontrará tiempo para cuidarme, sino que ni siquiera lo encontraba para cosas básicas como darme una ducha rápida o comer en condiciones. Ahora en la distancia veo que la prioridad cuando dormía una siesta no era poner una lavadora, la prioridad era alimentarme, sentarme, respirar y escuchar el silencio... Lo que me suele pasar a veces es que encuentro otras prioridades que me parecen más importantes y cuando me quiero dar cuenta se ha pasado un día, otro...