Cuando nace un niño, nace también una madre. Ese es el momento justo en que tu antiguo "yo" desaparece y renace un nuevo ser humano, una nueva mujer, una nueva madre.
Todas las madres experimentamos esa transformación vital desde lo más profundo de nuestras entrañas. Una transformación interior y exterior. Un cambio en nuestro círculo de energía, en nuestra forma de relacionarnos con los demás, en nuestras rutinas, en nuestras prioridades, en nuestra razón de ser.
La naturaleza nos ha regalado un instinto genuíno sólo para nosotras. Un instinto único para poder desempeñar el papel más importante de nuestra vida: ser madres.
Haciendo balance me doy cuenta de que mi madre y yo, que tenemos la misma sangre, sin embargo somos dos madres completamente diferentes. Dos formas de criar, dos formas de educar, de sentir, de vivir la maternidad. Cada una hemos hecho lo que considerábamos mejor con la información con la que disponíamos en su momento, con nuestras circunstancias físicas y emocionales, con nuestra historia, con nuestras herramientas y nuestros recursos.
Dos madres distintas y dos madres iguales. Un sentimiento, una transformación y un instinto común. Ninguna somos buenas o malas madres. Sólo somos MADRES.
Una madre pare, cuida, nutre, cría, educa, consuela, alienta, acompaña. Una madre ama de la forma más pura y grandiosa que existe. Eso es una madre.
Una madre que no cuida, que no pare, que no nutre, que no cría, que no educa, que no consuela, que no alienta, que no acompaña, incluso una madre que no ama tiene una historia detrás. Quizá una enfermedad, puede que un problema psíquico, físico, una carga, unas circunstancias, un camino. Siempre hay algo detrás, de lo que, en ocasiones, ni la propia madre es consciente. No hay buenas ni malas madres a pesar de ello. Sólo hay madres.
Ser madre conlleva una dimensión natural tan grande que nadie debería hablar de buenas o malas madres. Sólo deberíamos hablar de madres, y de circunstancias.
Una madre que da biberón, que duerme en una habitación diferente a la de su hijo, o que nunca lo ha cargado en una mochila o foular es igual de buena madre que una que da teta, que colecha o que portea. Probablemente ambas tienen informaciones diferentes, han pasado por distintos momentos en sus vidas que les han llevado a tomar esas decisiones. Ambas sienten un amor incondicional por sus hijos y lo expresan de forma distinta, en función de sus circunstancias.
No es fácil aceptar que no hay buenas ni malas madres. Hay que tener una mente lo suficientemente sana como para percibir la realidad de forma objetiva, sin tintes. Todo lo que captamos de nuestro entorno pasa por un filtro en nuestra mente. A todo le damos nuestro particular tinte. Si esa madre no actúa en función de cómo lo haríamos nosotras con nuestra historia lo juzgamos y lo criticamos sin piedad.
Incluso si nosotras mismas no actuamos como nuestra mente concibe nos castigamos y nos culpabilizamos hasta la extenuación.
Olvidamos cómo se puede sentir la otra madre con nuestra sentencia. Olvidamos que tenemos un amor y un instinto común. Olvidamos que ambas somos seres humanos con un proyecto natural común y que tenemos una carga y unas circunstancias diferentes.
Me sorprende ver cómo algunas madres pierden el respeto para defender una crianza con respeto. Resulta paradójico ¿Verdad? Tanto que llega a ser incluso ridículo. Si decido dar teta hasta los cuatro años genial, si decido dar biberón también estupendo. La maternidad es un camino de luces y sombras plagado de decisiones diarias en lo que respecta nuestros hijos. Cada día decidimos en función de nuestro estado de ánimo, nuestras circunstancias físicas, mentales, culturales e incluso económicas. Todo está condicionado por lo que tenemos y hemos tenido alrededor.
Ser madres probablemente será nuestro proyecto de vida más importante. Antes de calificar a una mujer como buena o mala madre piensa que no conoces su historia, lo que hay detrás, sus circunstancias a todos los niveles. Puede que hayas recorrido un camino parecido, pero nunca habrás podido hacerlo con sus zapatos.
Respetemos para ser respetados. Respetemos para dejar un mundo de respeto a nuestros hijos. Esa es la mejor semilla que podemos plantar para ellos.
Ser madres probablemente será nuestro proyecto de vida más importante. Antes de calificar a una mujer como buena o mala madre piensa que no conoces su historia, lo que hay detrás, sus circunstancias a todos los niveles. Puede que hayas recorrido un camino parecido, pero nunca habrás podido hacerlo con sus zapatos.
Respetemos para ser respetados. Respetemos para dejar un mundo de respeto a nuestros hijos. Esa es la mejor semilla que podemos plantar para ellos.
El mejor regalo que te puedes hacer como madre un día como hoy es COMPRENSIÓN.
-Comprensión para entender a tu hijo/a/s.
-Comprensión para entender a otras madres.
-Comprensión para entenderte a tí misma.
Sólo cuando nos hagamos este regalo nuestra mente sanará. Nos dejarán de afectar las críticas, dejaremos de criticar, de juzgar y viviremos una maternidad plena.
Hace tiempo leí una frase que siempre me viene a la mente cuando estoy a punto de "teñir" algo que me rodea:
"RESPIRA, SERÁS MADRE TODA TU VIDA."
Sana, hazte hoy este regalo a tí misma. Porque no hay buenas ni malas madres, sólo hay madres.
He querido compartir contigo hoy algunos de mis momentos personales como madre más bonitos de los últimos meses. Si te apetece compartir más conmigo puedes seguirme en instagram.
Por cierto, antes de despedirme. Si te apetece hacer tribu con otras madres e integrar el Método Montessori en el hogar. El Domingo 21 de Mayo estaré impartiendo un taller presencial Montessori en Madrid.
Por cierto, antes de despedirme. Si te apetece hacer tribu con otras madres e integrar el Método Montessori en el hogar. El Domingo 21 de Mayo estaré impartiendo un taller presencial Montessori en Madrid.
FELIZ DÍA DE LA MADRE
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Qué bonito texto!! Lo mismo y defiendo yo, que dejemos de juzgar si fulana es buena o mala madre, o si merece tener hijos o no. Yo tampoco pienso que lo que hagan ciertas madres que podamos ver "mal", tiene que ser una razón para calificarlas de malas, porque no conocemos sus circunstancias personales ni cómo se siente psicológicamente en ese momento, es fácil juzgar pero si nos pusiéramos en el lugar del otro, no nos atreveríamos nunca. Sólo damos consejos cuando nos los pidan y cada una ha de estar pendiente de lo suyo.
ResponderEliminarUn abrazo y enhorabuena por el premio!!
Qué bonito y cuánta razón! Ojalá dejáramos de perder el tiempo en juzgarnos. NO hay una forma mejor que otra porque cada familia es un mundo y lo que le viene bien a una no tiene porqué ser la mejor opción para otra. Y todos queremos lo mejor para nuestros hijos, y eso es lo más importante.
ResponderEliminarFeliz día :)