Hoy quiero hablarte sobre la importancia de educar desde el equilibrio emocional. Muchos padres vivimos continuamente en una montaña rusa de emociones. Nuestro día a día es un espiral de emociones que vienen y van. Emociones que fluctúan y alcanzan picos altos con los que después tenemos que cargar. La mochila de la culpa cada vez pesa más y nos hace caminar despacio y caernos cada vez más frecuentemente.
Ahora se habla mucho de educación emocional para los niños. Hay muchas herramientas, materiales y cuentos. Está bien que seamos conscientes de la importancia de educar a los niños en sus emociones y que tengamos todos los recursos.
Una gran parte del camino de nuestra vida dependerá de la forma en que identifiquemos, expresemos y canalicemos nuestras emociones.
Está muy bien que hayamos tomado consciencia pero no debemos olvidar que nosotros somos el gran espejo en el que se miran nuestros niños para aprender a reaccionar ante la vida. Si nosotros mismos no somos capaces de gestionar nuestras propias emociones y educar desde el equilibrio es complicado que los niños interioricen una gestión emocional saludable.
¿De verdad esperas tener un hijo amable, alegre, cariñoso, bondadoso, respetuoso y dialogante el día de mañana si tu hoy le ofreces desplantes, amenazas, castigos, gritos, chantajes y sobornos?
LA MONTAÑA RUSA DE EMOCIONES DE LOS PADRES
Quiero ponerte un ejemplo práctico. Creo que las cosas siempre se entienden mejor así. Después puedes dedicar unos segundos a reflexionar si te identificas con esta mamá.
SITUACIÓN: NIÑA JUGANDO EN LA BAÑERA
-Mamá. ¡Venga! Para afuera que ya es tarde. O sales o no hay tele. (firme.)
-Niña: ¡No! Un ratito más.
-Mamá: Vaaale, pero sólo un ratito. (Me ablando pensando en lo poco que ha jugado hoy)
-Niña: ¡Vale!
10 minutos más tarde
-Mamá: Ahora sí que sí, ¡venga! (Firme. Pienso que me está tomando el pelo)
-Niña: No, no, no, más
-Mamá: Te he dicho que no. ¡Vamos para afuera ! (Firme. Ahora voy a ganar yo la batalla)
Mamá coge a niña y la saca del brazo mientras llora desconsolada. Pasa más de 10 minutos llorando.
-Mamá: Pobrecita. ¿Estás bien? Bueno hoy puedes ver diez minutitos de tele. (Me ablando. Pobrecita, qué berrinche se ha llevado).
Media hora más tarde
-Mamá: ¡Vamos a apagar que has visto mucha tele! (Firme. Con lo mala que es la tele, no la puede ver ni un minuto más)
-Niña: No, no
-Mamá: ¡Te digo que sí ! (Firme. No puedo consentir que quede por encima de mí)
-Niña: Un capítulo más
-Mamá: Vaaale (Me ablando. Si es que en realidad no ha disfrutado hoy casi nada)
10 minutos más tarde
-Mamá: Se acabaron los dibujos. ¡A cenar! (Firme. Ahora sí que me va a obedecer. La que manda aquí soy yo)
Así podríamos describir prácticamente la totalidad del día con diferentes situaciones como recoger juguetes, salir al parque, las peleas entre hermanos, vestirse, lavarse las manos... Situaciones repletas de sentimientos de culpabilidad, necesidad de autoritarismo para reafirmarnos como padres, euforia, tristeza y más culpa.
Realmente es una montaña rusa emocional. Un tira y afloja. Un sube y baja de sentimientos que nos desequilibran hasta llegar a hacernos desquiciar. El círculo se retroalimenta y es difícil salir si no trabajamos en nosotros mismos. Estamos inmersos en una lucha continua de poderes nada saludable. Todas estas herramientas disciplinarias funcionan en el corto plazo pero ¡ojo! estamos trabajando en maquillar la planta, no en regarla, y eso puede ser muy peligroso a medio y largo plazo.
Hace poco me certifiqué como educadora de familias de disciplina positiva y fue una formación tan reveladora que me apetecía compartir contigo un pedacito de esta forma de entender las relaciones entre los seres humanos desde la horizontalidad.
El núcleo familiar es un equipo que debe trabajar por el respeto, el entendimiento y el bienestar de la familia al mismo nivel.
Educar desde el equilibrio emocional significa saber ser amables y firmes al mismo tiempo. Saber poner límites y protegerlos con cordura y amor. Saber acompañar en el enfado, en la frustración y en la alegría. Aprender a respirar y buscar soluciones conjuntas.
¿POR QUÉ NOS CUESTA TANTO BAJAR DE LA MONTAÑA RUSA EMOCIONAL?
-Nos cuesta porque tenemos unos modelos y esquemas mentales precargados que nos predisponen a actuar de esa forma inconscientemente. Todas las experiencias que recibimos en nuestra infancia también nos han marcado a nosotros.
-Nos cuesta porque no dedicamos tiempo a cuidarnos. Es muy difícil cuidar si uno mismo no se cuida. Nuestra energía no es ilimitada. Debemos dedicar tiempo a recargarnos para responder de forma equilibrada en las situaciones complicadas de la crianza.
-Nos cuesta porque nuestro entorno, con frecuencia, está en otros vagones de la montaña rusa y nos parece más sencillo montar con ellos, que hacer frente.
¿CÓMO EMPEZAR A RELACIONARME CON MI HIJO DE UNA FORMA MÁS SANA?
1-Mantén un tono de voz calmado y empático, incluso ante las adversidades. Firme y amable.
2-No castigues, no premies.
3-Pon nombre a sus sentimientos y empatiza con tu hijo
4-Anticípate a las situaciones y acordad cómo se va a proceder en caso de que se sobrepasen los límites. En el arenero la arena se mueve de forma suave. Si tiras arena a otros niños tendrás que salir del arenero y observar de qué forma se juega allí hasta que estés listo para jugar. ¿Estás de acuerdo?
5-Cuando se sobrepasen los límites no amenaces ni des sermones. Simplemente actúa cumpliendo con tu parte del trato acordado. Vamos en el mismo barco. No establezcamos una lucha de poderes con el niño.
6-Acompaña en las rabietas o problemas sin presionar o taponar sus heridas. Deja que fluyan sus sentimientos. Valida lo que siente el niño. "Se que te sientes furioso"
7- Mira al niño a los ojos. Busca esa conexión. Es difícil que te escuche si no os conectáis visualmente.
8-Empatiza. "Yo también me enfado a veces".
9-Explica de forma sencilla y clara. Cuando tiramos arena a otros niños sus ojos pueden dañarse.
10-Busca soluciones en conjunto. ¿Quieres tirar arena en ese lugar donde no hay niños o prefieres jugar en el arenero con los demás moviendo suavemente la arena?
11-Reconoce tus errores cuando te equivoques. Piensa si con tu forma de hablar el niño siente que le quieres.
12-Si les gritas, expresa tu arrepentimiento y tu amor por ellos. Canaliza lo que sientes.
13- Si estás demasiado al límite como para gestionar una situación es preferible que se lo expreses al niño y/o delegues. "Ahora me siento muy triste, más tarde podemos hablar sobre lo ocurrido".
14-No te enfoques en sus errores, si no en buscar cómo reparar, cómo solucionar.
15-Dedica tiempo en exclusiva especial para el niño todos los días.
16-Enfócate en sus logros y avances para que lo bueno vaya abriéndose un camino más amplio.
17-Planea reuniones semanales familiares donde puedas hablar sobre lo bueno de la semana, buscar soluciones conjuntas, revisar límites, agradecer.
18-Dedicate tiempo a tí misma/o.
19-Deja que se sientan importantes en el núcleo familiar. Pídeles ayuda en las tareas del día a día.
20-Perdónate. Toma los problemas del día a día como oportunidades y trabaja cada día para el cambio. Aprenderás de tus errores y lo conseguirás si entrenas en cada oportunidad.
¿CUÁL ES EL PUNTO DE PARTIDA DE MI TRANSFORMACIÓN INTERIOR?
El punto de partida es tu propio autoconocimiento. Debes hacer examen de cuál son tus fortalezas y debilidades para trabajar sobre ellas. Te dejo 10 preguntas sobre las que puedes reflexionar.
1-¿A qué le temes?
2-¿Con qué disfrutas más que nada?
3-Respira ¿Sientes plenitud con lo que has vivido?
4-¿Muestras a las personas que más quieres tu amor a diario?
5-¿Qué es lo más difícil para tí?
6-¿Qué te enfada?
7-¿Qué te gustaría cambiar en tu carácter?
8-¿Buscas complacer a los demás por encima de tí mismo?
9-¿Cuándo te sientes poderosa/o?
10-¿Qué te apasiona hacer?
Analiza tus fortalezas y tus debilidades. Busca planes de acción y ponte a trabajar sobre tí mismo de forma activa.
SIÉNTETE FELIZ DE VIVIR
El mejor regalo que puedes hacerle a tus hijos es ser feliz. Cada día lo tengo más claro. Sé feliz y ellos serán felices contigo. Nadie tiene una vida perfecta. La vida está llena de inconvenientes. Nos pasamos la vida pensando que alcanzaremos la felicidad cuando demos el siguiente paso: cuando encontremos trabajo o pareja. Cuando tengamos un hijo, cuando hagamos ese viaje soñado... Son sólo excusas para no trabajar sobre la felicidad que tenemos al alcance de nuestra mano día a día. Todos podemos ser felices con lo que nos rodea y hacer cosas apasionantes incluso en las circunstancias más complicadas de la vida. La felicidad no está fuera. La felicidad está dentro de cada persona.
"El mejor regalo que puedes hacerle a tus hijos es ser feliz con ellos."
NADIE SOMOS PERFECTO, TU HIJO/A TÁMPOCO
Si tengo que hacer una reflexión final creo que sería esta. No debemos pretender ser la madre/padre perfecta/o. Todos nos equivocamos, todos tenemos días malos. Todos nos enfadamos, nos atemorizamos, nos alegramos, nos arrepentimos porque eso es estar vivo. El error es una herramienta de aprendizaje y así debemos tomarlo. No dejemos que la culpa nos impida ver la luz.
No somos madres ni padres perfectos por una sóla razón: los padres perfectos NO existen.
Tu hijo tampoco será perfecto. Acéptalo con sus errores, con sus fortalezas y debilidades y disfruta de tu papel. El más importante que tendrás nunca. Ayudar a la vida.
Por último, te dejo algunos artículos que he escrito y que también pueden ayudarte en este camino de cambio:
¿Qué te han parecido estas herramientas?
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Post super inspirador!!! Gracias Marta!!! Sos una divina!!! Espero que pronto hagas un taller en Barcelona, me haría mucha ilusión asistir y conocerte en persona.
ResponderEliminarMe encanta!! Recientemente estoy leyendo sobre disciplina positiva y creo que encaja muy bien con Montessori y con la filosofía que llevamos en casa. Aunque, por mucho que una lea, a veces es inevitable caer en situaciones como la que describes de la bañera...
ResponderEliminarEn fin, hay que asumir que no somos perfectos.
Gracias Marta!
Feliz día!
Gracias por este post. Precisamente en casa estamos pasando por esa montaña rusa en los últimos días. Por mucho que una lee, se forma...llega el enfado y luego la culpa. No es nada fácil pero leerte me da fuerzas para volver a intentarlo. Gracias. Un abrazo
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