SOY UNA MADRE NATURALMENTE IMPERFECTA, Y TAMBIÉN ME SIENTO CULPABLE POR ELLO

A veces, desde el blog, puede dar la impresión de que nuestra vida es siempre color de rosa. Que todo va sobre ruedas y no es así. Detrás hay muchos problemas que prefiero no compartir, porque problemas tenemos todos, y lo último que quiero es transmitir pena, negatividad o desánimo.

Esto es pequefelicidad. Cuando tengo un día de mierda (o una temporada de mierda, como hemos tenido últimamente) siempre trato de concentrarme en esas pequeñas cosas que dan sentido a los días, que nos pueden hacer sonreir. Si saco a diario la cara B de la maternidad esto sería pequeproblemas...

Yo soy una madre con muchísimos fallos. Tantos, que a veces la culpa me mortifica. Me culpo incluso por hacer el blog y no dedicar el rato que me quita a mi hijo, me culpo por no dormir lo que debería e ir como zombie por la vida sin poder estar al 100%, me culpo por ser horrorosamente despistada y desorganizada, por perder las contraseñas de la plataforma del cole de mi hijo, por olvidarme su almuerzo muchos días, por explotar en ocasiones con quien menos lo merece, por no tener más tiempo para tener la casa en condiciones, por no ser siempre mi mejor versión, por tener días malos y transmitir negatividad, por comer a veces comida basura, por hacer la comida y ver que mi hijo se ha quedado dormido en el suelo y que ni siquiera me he dado cuenta. Y sí, también me culpo por gritar, me culpo por todo y por más. Por lo que hago y por lo que dejo de hacer.

Soy imperfecta, probablemente tengo más fallos que la mayoría de las personas que me leen. NO soy más que ninguna madre, ni me considero ejemplo vivo de la maternidad perfecta. En absoluto.

Escribo por pasión, porque creo en los niños y desgraciadamente cada vez tienen menos oportunidad de serlo. Creo que pequeñas personas, en pequeños lugares sí pueden hacer grandes cosas para cambiar el mundo y ese es el motor de pequefelicidad. Proteger la esencia de los niños.

Durante los tres últimos años he cambiado mucho interiormente. ¡Se puede cambiar! Y creo que siempre se puede mejorar. He crecido como persona, aunque todavía me queda mucho por hacer. A mi me ayudó mucho leer, formarme y concienciarme. Siempre escribo con buena intención, con objetivo de ayudar, de inspirar, de dar un rayo de luz, pero a veces noto tanta sensibilidad en todo lo que se refiere a la crianza que siento que estoy perdiendo mi naturalidad por no herir a nadie. Si publico ideas de experiencias para niños en Navidad alguien se indigna conmigo porque no he puesto más fotos de familias con hijos únicos (y eso que nosotros tenemos un hijo único), si escribo sobre ideas de frases que podríamos cambiar me tachan de que hablo en femenino y discrimino a los padres, si escribo sobre lactancia se indignan las mamás que no han podido dar teta, si escribo sobre aprender a no gritar me tachan de ir de madre perfecta...

Entonces me paro, reflexiono y un nudo llega a mi garganta. Sólo quise ayudar, sólo tenía buena intención. Perdí mi tiempo, mi sueño, mis energías... Y además, obtuve reproches... ¿Qué estoy haciendo? No soy la madre perfecta, ni la bloguera perfecta. Cometo miles de faltas de ortografía, puede que a veces hable en primera persona y olvide a los papás, puede que a veces por querer transmitir positividad, transmita justo lo contrario... Pero no os olvidéis que detrás del blog no hay un equipo de 20 personas, sólo hay una madre naturalmente imperfecta.

Pd: Tomaré unos días de tiempo de descanso de blog, para reflexionar, para pensar y encontrar mi norte, para recuperar mi esencia, pasar tiempo con los míos y sentirme algo menos culpable. Es fin de año y hacer balance siempre me ayuda. Me quedo con todo lo bueno que me ha dado pequefelicidad que es mucho, emocionalmente hablando. Un abrazote

G R A C I A S

Marta